Los avances científicos y técnicos de las últimas décadas en el campo sanitario han ayudado a aumentar la supervivencia de muchos enfermos mejorando su calidad de vida. En el ámbito hospitalario, este escenario tecnológico ha influenciado de manera clara la atención de los pacientes, como en los Servicios de Medicina Intensiva, planteándose nuevas perspectivas clínicas y evidenciándose la creciente complejidad del abordaje terapéutico y la toma de decisiones. En ocasiones es difícil prever el grado de beneficio que puede comportar la Medicina Intensiva cuando no hay expectativas razonables de mejora del estado de salud, prolongando la vida en situaciones con un pronóstico nefasto o gran deterioro de la calidad de vida. El diagnóstico clínico de irreversibilidad, a través de indicadores de gravedad, y los principios de beneficencia, autonomía y justicia en la actuación profesional son los elementos que originan la situación de considerar la limitación del tratamiento de soporte vital (LTSV) en el enfermo crítico. Sin embargo, hay otros factores que deben considerarse y que son analizados por la bioética y la ética profesional. A través de este prisma deberían tomarse las decisiones de LTSV para que estas se ajustaran a lo estimable desde un punto de vista ético. Se espera de la enfermera de intensivos que participe de forma activa en la toma de decisiones aportando la visión humanizadora de los cuidados y la ética del cuidar. Esta debe ser consciente de su aportación en el seno del equipo, actuando, representando y fomentando los requerimientos que defiende el diálogo bioético.