Emérito Carlos Rodríguez Merchán, Óscar Iván García Tovar
La inestabilidad protésica es la tercera causa más frecuente de fallo de una prótesis total de rodilla (PTR). Entre el 10 y el 22% de las revisiones quirúrgicas se deben a esta causa. Además de factores individuales, como inestabilidades o deformidades previas, afección neuromuscular concomitante, artritis reumatoide u obesidad, las principales causas se deben a errores en la selección de la prótesis primaria o a defectos en la técnica quirúrgica, como inadecuadas resecciones óseas, no obtener un apropiado balance con espacio simétrico en extensión y flexión o producir una laxitud iatrogénica, por lo que pueden ser prevenibles. Para obtener un buen resultado en su corrección es imprescindible identificar la causa de la inestabilidad a fin de actuar sobre ella y no repetir los errores que la produjeron. La mayoría de los casos requerirán tratamiento quirúrgico y recambio protésico, por lo que en este artículo realizamos un análisis de los distintos modelos disponibles. Como regla general recomendamos utilizar un modelo de prótesis con la mínima constricción necesaria para lograr la estabilidad, teniendo en cuenta que una prótesis estabilizada posterior puede solucionar una inestabilidad en flexión, aunque no compensa una inestabilidad medio-lateral, y que si bien una prótesis altamente constreñida compensa inicialmente ambas inestabilidades, a largo plazo pueden producir complicaciones mecánicas