A nivel mundial existe una creciente preocupación por el desmedido aumento de las enfermedades crónicas. Ello, en gran parte, deriva del hecho que numerosos enfermos logran sobrellevar sus males durante décadas, y al prolongar su vida demandan atención permanente y especializada. Por ende, enfermar supone para la persona afectada y familia la movilización de una serie de recursos abocados al restablecimiento de la salud, o al menos, a frenar las consecuencias más dañinas que éste origina. Tales alternativas dependerán esencialmente de las oportunidades que la sociedad confiere al individuo para hacer frente a la enfermedad así como del significado que éste les atribuya.