La atención primaria ha contado, y cuenta, con el fervor oratorio de los políticos, pero lamentablemente sus palabras no se transforman en hechos. En la práctica se toman decisiones que minan lentamente la consecución de las características básicas, porque atenta contra la atención longitudinal y la estabilidad y confianza mutua en la relación médico-paciente o por la «apropiación indebida» por los especialistas de determinadas técnicas y/o problemas de salud.