La profesionalidad nos exige un crecimiento constante y un talante de cambio y renovación permanente. Si queremos tener vitalidad, en una sociedad como la nuestra de continuo cambio acelerado, se nos impone un talante abierto a la renovación, para no perder el tren de la historia. La definición aristotélica concibe la vida como "movimiento de sí mismo" (kinesis eautós). Vivir es moverse, progresar, desarrollarse, estar haciéndose permanentemente.
Contamos, según distintos autores de nuestra disciplina, con bastantes elementos que pueden servirnos de "factores de crecimiento profesional". Todos abren líneas y marcan espacios de profesionalidad, sirven para la implantación de un "modus operandi".