La hipertensión arterial (HTA), y especialmente su control, se está convirtiendo en los últimos años en uno de los objetivos sanitarios más importantes dentro de las actividades de prevención primaria en los países occidentales. Esto es así por la evidencia acumulada respecto al papel que la HTA tiene en la aparición de complicaciones cardiovasculares, que suponen aún la primera causa de mortalidad en estos países. Este hecho preocupa tanto a los sanitarios como a los ciudadanos y, en consecuencia, a los gestores y políticos. Por otro lado, el control de la HTA está de actualidad gracias la a, por fortuna, creciente evidencia respecto a los efectos beneficiosos de hacer descender las cifras de la presión arterial (PA). Este beneficio es superior en los pacientes con un mayor riesgo cardiovascular. La estratificación del riesgo cardiovascular de cada hipertenso en función de las cifras de la PA, de la presencia o ausencia de lesión de órganos diana, trastornos clínicos asociados, diabetes y otros factores de riesgo permite individualizar la actitud terapéutica y los objetivos a conseguir, siempre desde una intervención multifactorial.