Los hospitales están cambiando de una manera rápida y profunda. Esta transformación ya no es una discusión académica, sino que se trata de una realidad patente. En los grandes hospitales metropolitanos, la superespecialización, la búsqueda de alternativas a la hospitalización convencional (como la cirugía mayor ambulatoria o la llamada «hospitalización a domicilio») o el interés, escaso hace 10 años, por las enfermedades crónicas o la geriatría ahora están a la orden del día. Las fuerzas motrices de esta reorganización, tal como las describe Smith1, se relacionan con los costes, los problemas del personal, el impacto de las nuevas tecnologías y, de una manera muy importante, con las expectativas de los ciudadanos.