Durante los años noventa se produjeron en Europa importantes reformas de los servicios públicos de salud. Los cambios hacían converger los sistemas sanitarios hacia modelos que podríamos catalogar como híbridos, a medio camino entre el jerárquico y el de mercado. Los países del Este se abrieron al mercado, mientras que los que ya lo poseían introdujeron medidas reguladoras para neutralizar sus efectos adversos. También surgió una tendencia a incrementar la gestión privada de los servicios públicos. Nuestro país, partiendo de un modelo eminentemente público y jerárquico, no fue ajeno a estas iniciativas. Cataluña introdujo la separación entre compra y provisión y potenció experiencias de gestión privada de equipos de atención primaria. El servicio catalán, inspirado en el sistema del fund-holding creado por el gobierno conservador británico a finales de los ochenta, y aprovechando un deseo de mayor autonomía de los profesionales, creó la primera entidad de base asociativa que gestionaba un equipo de atención primaria. Posteriormente, ya en la siguiente década, otros han seguido este camino.