La pérdida involuntaria de masa fecal, no siendo realmente una patología en sí misma, es a veces, para la persona que la padece, más importante que la situación que la provoca. Róbale el cuerpo y úsalo, es más, róbale también su mente, sus ideas, sus sensaciones, sentimientos y miedos: ¿notas su tensión psíquica al cerrar la puerta de casa? ¿Lloras de rabia y de tristeza al cambiar la ropa manchada? Esto es sólo una milésima parte de lo que ocurre. Imagínate con 70 u 80 años, con un cuerpo cansado y lento, con la mente no muy dispuesta a luchar y con este �problemilla�.