Introducción: el envejecimiento y el cambio sociocultural frente a la muerte hacen que cada vez sea mayor el número de personas que fallecen en los hospitales.
Objetivos: analizar aspectos relacionados con la última semana de vida de los pacientes que fallecen en un hospital de agudos.
Material y métodos: se evaluó a los pacientes mayores de 18 años que fallecieron en el hospital durante un año, excluyendo los fallecidos en cuidados intensivos y en urgencias. Se analizaron:
datos demográficos, enfermedad principal, motivo de ingreso, enfermedad terminal, comorbilidad, medicación, inicio de sedación, instrumentaciones, incidencias y órdenes de no iniciar reanimación cardiopulmonar.
Resultados: se evaluó a 401 pacientes, con una edad media ± desviación estándar de 78 ± 11 años y elevada comorbilidad.
Eran terminales 348 (87%) pacientes y en 207 (52%) pacientes el motivo de ingreso estaba relacionado con su enfermedad principal.
La sedación terminal fue necesaria en 311 (78%) pacientes y constaba en la historia clínica que se había consensuado con sus familiares en 294 (73%) pacientes. Para el control de síntomas, 214 (55%) pacientes requirieron la intervención del médico de guardia. En 145 (36%) pacientes se mantuvo la medicación activa además de la sedativa, y en 109 (40%) pacientes se realizaron exploraciones complementarias sin que éstas modificaran el pronóstico.
Conclusiones: es preciso establecer objetivos terapéuticos razonables en relación con la situación del paciente y protocolizar las intervenciones para mejorar la calidad de vida al final de la vida.