Es de esperar, que los ejemplos de alteraciones del contenido y distribución del agua corporal descritas en los estudios experimentales y clínicos citados, sirvan para comprender la estrecha asociación entre dichas alteraciones y los cambios del estado de nutrición. Deben servir también para recordar, que los cambios de peso corporal producidos en situaciones de balance positivo, o negativo, de energía no se deben sólo a los cambios en el contenido corporal de grasas y proteínas. Hecho que, lamentablemente, parece olvidarse con frecuencia.
El no haber tenido en cuenta los cambios de agua corporal ha dado lugar a la aparición en la literatura de no pocos resultados erróneos, algunos de los cuales han sido señalados.
El considerable desarrollo de los métodos para el estudio de la composición corporal, nos permite disponer de un número considerable de técnicas diferentes. Pero todas ellas tienen limitaciones, que no han sido siempre debidamente consideradas (Grande 1975).
El método basado en las medidas de los balances de energía y nitrógeno, que en nuestras manos, y las de otros autores, ha suministrado valiosos datos, aparte de su laboriosidad, tiene el inconveniente de requerir periodos de observación de cierta duración. No es por tanto el método ideal para estudiar los cambios del contenido de agua asociados a cambios en el estado de nutrición, en estudios de corta duración. Dado que algunos de los cambios en el contenido y distribución del agua corporal deben producirse con alguna rapidez, es cada vez más urgente disponer de métodos capaces de medirlos con exactitud y con un tiempo mínimo de observación.
La introducción de métodos para la determinación de la composición corporal, basados en la medida de la impedancia bioeléctrica, ofrecen la posibilidad de medir con facilidad los cambios en contenido y distribución del agua corporal en el hombre (Segal, et al., 1991, Deurenberg y Schouten, 1992, Van Loan y Mayclin, 1992), producidos en distintos momentos durante el cambio en el estado de nutrición de los sujetos. De confirmarse la utilidad de estas nuevas técnicas, podemos esperar la obtención en un futuro próximo de la información que necesitamos para poder comprender mejor el mecanismo de producción de dichos cambios. Esta información, a su vez, es necesaria para explicar las relaciones que al parecer existen, entre los cambios en el balance de energía y de ciertos nutrientes esenciales y los cambios en el contenido y distribución de agua en el organismo humano.
Recuérdese a este respecto, que Dahlstrom (1950), encontró una elevada correlación entre los volúmenes de líquido extracelular y el metabolismo basal, calculado utilizando las tablas de Harris y Benedict. Pero la correlación fue menor con los valores de metabolismo basal directamente medidos. En opinión de Dahlstrom, el volumen de líquido extracelular está relacionado con el tamaño de la masa "protoplásmica" activa, y que el equilibrio entre los volúmenes de sangre y de líquido intersticial se ajusta en el sujeto normal en cada momento, para responder a las demandas de la actividad física y los cambios producidos por estímulos hormonales.
Pero es evidente, como muestran los datos que hemos analizado, que en los sujetos malnutridos el volumen de líquido extracelular puede mantenerse constante en términos absolutos, mientras que el de agua intracelular disminuye, indicando una disminución del volumen de la masa celular.