Los efectos positivos del ocio son conocidos desde la antigüedad. Los griegos proponían el descanso, el deporte o la contemplación como actividades que incidían positivamente en la salud y ayudaban a recobrarla. Las mismas recomendaciones se encuentran en la antigua cultura egipcia y en la cultura árabe desde los primeros siglos de nuestra era. Sin embargo, tanto el concepto de ocio como el de beneficio han evolucionado profundamente en estos más de 20 siglos de historia. Así, el siglo XXI se asoma al ocio con una mirada nueva en la que destacan sus aspectos positivos y, como consecuencia, se valoran más que nunca los beneficios que se obtienen de su vivencia.
En las páginas que siguen nos acercaremos a estos planteamientos a través de tres apartados fundamentales. En primer lugar, se clarifica la filosofía subyacente al concepto de ocio como experiencia beneficiosa. En segundo lugar, se abordan las consecuencias positivas derivadas de su vivencia. Por último, el artículo finaliza con una reflexión sobre la vigencia del valor positivo y beneficioso del ocio en el siglo XXI.