Según el Observatorio Europeo de las Drogas y Toxicomanías, la cocaína es, después del cannabis, la droga ilegal más consumida en Europa. La percepción sobre los daños relacionados con el consumo de esta sustancia son claramente percibidos en algunas áreas mientras en otras pueden pasar inadvertidos, infravalorados o mal dimensionados. Los sistemas de información existentes con toda seguridad ofrecen deficiencias al valorar la morbimortalidad relacionada con la cocaína. Además del potencial que la cocaína tiene para producir daños directos en distintos órganos, su consumo puede condicionar graves perjuicios a través de otras circunstancias que no siempre se relacionan con esta droga: homicidios, accidentes de tráfico y laborales, adquisición de enfermedades infecciosas relacionadas con conductas de riesgo, suicidios, etc. La cocaína, está cada vez más presente en episodios de violencia tales como peleas o agresiones, en muchos casos con utilización de armas blancas o de fuego. Las graves alteraciones de conducta se hacen sentir también con fuerza en los servicios asistenciales y los clínicos observamos con gran preocupación como crecen día a día los episodios conflictivos asociados al uso de cocaína entre nuestros enfermos. Los daños no afectan exclusivamente una población marginal, sino a distintos estratos de la sociedad, pasando muchas veces inadvertidos o no registrados. La coordinación entre distintas instituciones y recursos asistenciales es vital para obtener todos estos datos y proporcionar de este modo un acercamiento más riguroso a las consecuencias del consumo de la cocaína, que hoy en día estamos muy lejos de haber cuantificado en su dimensión real.