Si bien el estrés laboral es una realidad experimentada cada jornada por muchos trabajadores, debemos reconocer que algunas profesiones y actividades laborales generan más estrés (distrés) que otras: así, los trabajos de dirección, nocturnos, monótonos, de servicios comunitarios, de industria pesada y minería, de construcción, etc. La mayor acumulación de estrés laboral puede alterar los patrones de conducta de quienes lo sufren. De manera muy especial, los hábitos alimentarios y las conductas asociadas a ellos pueden verse seriamente afectados por el estrés laboral (ingestas inadecuadas o extemporáneas), o pueden, "sensu contrario", ser desencadenantes de formas de estrés originadas por alteraciones o desórdenes dietéticos. Por eso no extraña que el aparato digestivo se convierta en órgano diana de patologías asociadas al estrés propio de ambientes y ritmos laborales insanos y vitandos. El estrés laboral puede alterar el apetito y el hambre y, como consecuencia, la correcta conducta alimentaria y la nutrición que, inexorable e involuntariamente, sigue a ésta.
En determinadas circunstancias, hay disociación entre el apetito (sensación primariamente psíquica) y el hambre (sensación básicamente orgánica). Y es que el apetito, como estado mental, puede verse modificado por diferentes situaciones emocionales (muy frecuentemente, por el estrés laboral), o a través de variaciones químicas y vasculares y de impulsos transmitidos al mesencéfalo desde diversos órganos, donde el estrés podría desempeñar también un papel relevante.
La nutrición depende esencialmente de la alimentación;
pero, a su vez, una fuente importante de estrés la constituye la forma en que nos alimentamos, porque si lo hacemos erróneamente podemos contraer enfermedades.
Si nuestras células no reciben los aportes nutritivos adecuados, se produce una gran carga de estrés debida a esta demanda interna insatisfecha.
Although occupational stress is a very common reality for many workers, we have to admit that some professions generate a higher level of distress as, for example, management roles, night shift working, monotonous jobs, communitarian services, heavy industry sector, mining, construction, etc. Chronic stress can disrupt behaviours (like foods habits) of those persons who suffer it. At the same time, and in a contrary manner, eating disorders can also trigger different types of stress linked pathologies. For the above mentioned reasons, it is not strange that the digestive system becomes in a target of stress' pathologies, especially associated with negative work environments.
In some circumstances, there is a dissociation between the appetite, (primarily psychic sensation), and the hanger, (basically organic sensation). The appetite as a mental status can be altered substantially by many different emotional situations (like occupational stress) or throughout chemical and vascular variations as well as organic impulses transmitted to midbrain from different organs where the stress could also play a very relevant role.
Nutrition depends essentially on of food habits, but at the same time, a very important source of stress is the way in which we eat, because if we do it wrongly, we can become ill. If our cells don't receive the correct nutrients a very high level of stress is produced due to this dissatisfied internal demand.