La marcha es nuestro modo habitual y específico de locomoción, lo que permite al hombre desplazarse en posición vertical sin cansarse demasiado. En esta posición erguida, el ser humano camina hacia delante y cada pierna, de manera alternante, soportará el peso del cuerpo, mientras que la otra pierna, también de manera alternante, se balancea y se prepara para el siguiente apoyo. Al caminar tenemos: — Una fase de oscilación: cuando el pie se encuentra en el aire. — Una fase de apoyo: cuando el pie está en contacto con el suelo. — Fase de apoyo unipodal o monopodal: cuando sólo un pie tiene contacto con el suelo. — Fase de apoyo bipodal: cuando los dos pies están en contacto con el suelo. El número de impactos por kilómetro recorrido se sitúa entre 1.000 y 1.300, lo que nos puede dar una idea de la cantidad de traumatismos que acumula. La grasa situada bajo el talón es anisotrópica y las mejores plantillas para el calzado deportivo intentan precisamente imitar las cualidades de absorción de la grasa del talón. Sobre la bipedestación, los tacones altos provocan un aumento de la rotación externa y de la FX plantar del pie y esto podría ser el origen de una lumbalgia. Sobre la cinemática de la marcha, la longitud del paso y la velocidad de la marcha, disminuyen con el aumento de altura en el tacón. Sin embargo, la duración total del ciclo de la marcha no cambia. La inestabilidad en el pie hace posible el aumento de esguinces, luxaciones y fracturas en el tobillo, raquis y en las articulaciones de los MMII y aunque a corto plazo no se produzcan lesiones, a medio y largo plazo el raquis y los MMII sufrirán un deterioro más precoz. El calzado influye en la capacidad de amortiguación durante la marcha, de manera que el impacto del miembro inferior contra el suelo provoca una onda de choque que se refleja con una fuerza de reacción y se transmite a través del esqueleto hasta la cabeza.