El ejercicio de la autoridad sanitaria es un servicio básico de la salud pública. Parte de la responsabilidad de los gestores de la salud pública es hacer cumplir normas. Éstas se desarrollan cuando se dan circunstancias que llevan a considerar inadmisibles ciertos riesgos. El grueso del ejercicio de la autoridad sanitaria se basa en la aplicación relativamente sistemática de normativas detalladas de referencia, aunque siempre hay cierta incertidumbre, ejemplificada en la frecuente adopción de medidas cautelares por un inspector sanitario aplicando el principio de precaución. Pero la vigilancia epidemiológica plantea de forma intermitente situaciones de afectación de la salud humana sin normas de referencia, en las que la autoridad sanitaria debe actuar según su criterio, contrapesando los riesgos de intervenir con los de no actuar. En este manuscrito presentamos 3 casos de este tipo: la coerción en el tratamiento de enfermos con tuberculosis bacilífera; la regulación de actividades con haba de soja que plantean riesgos de asma; y la limitación del ejercicio profesional de un médico infectado por el virus de la inmunodeficiencia humana.