Andrés Canut Blasco
Los ancianos tienen una mayor susceptibilidad a las infecciones debido a los cambios fisiológicos del envejecimiento, del deterioro del sistema inmunitario y de la malnutrición. En España la prevalencia de infección relacionada con los cuidados sanitarios en geriátricos oscila en el 5,8 y el 38,5% en el estudio EPINGER y la incidencia varía entre 3,2-10,6 infecciones/1.000 estancias según el estudio RISS-Lérida. En ambos casos, las tasas más altas se obtuvieron en las unidades de paliativos y convalecencia, que presentan menor estancia media. La mayoría de los traslados a los hospitales de agudos se debe a infecciones respiratorias y urinarias. La sintomatología atípica en el anciano infectado y la dificultad de acceso a pruebas diagnósticas de laboratorio e imagen inducen a la instauración de frecuentes tratamientos empíricos. El consumo de antimicrobianos es mayor en las unidades de cuidados paliativos. Los geriátricos están considerados como reservorios de bacterias resistentes a los antimicrobianos. En España, como en el resto de Europa, destacan por su importancia creciente en los geriátricos las infecciones producidas por Staphylococcus aureus resistente a meticilina (SARM) y Escherichia coli productor de betalactamasa de espectro extendido. En estos casos se debe prevenir la infección, y cuando no es posible, limitar la transmisión entre residentes. El lavado de manos y las precauciones de contacto para la cura de heridas son medidas indispensables para minimizar el riesgo de infección.