Omar Parra Rozo
Cuando se plantea un proyecto, se desarrolla y se observa el producto, puede sirgir el cuentionamiento acerca de aquello que nos impulsa a investigar, a buscar la verdad, a preguntamos por la esencia misma de la investigación, y a cuestionamos sobre las razones por las cuales investigamos, por el interés que ésta despierta, y por el resultado esperado. Pero, más allá de las revelaciones técnicas, científicas o metodológicas, encontramos unas respuestas que están enmarcadas en la sensibilidad del ser humano que investiga, relacionadas con lo agradable y lo placentero. En la tarea investigativa se aúnan los esfuerzos, los intereses y las perspectivas personales, para lograr un trabajo en equipo, a la manera de los enanitos del cuento infantil de Blancanieves, donde cada uno cumple una labor cuya suma arroja un trabajo colectivo que, a su vez, estimula e impulsa la consecución de una meta. Una vez superadas las dificultades en el complejo camino de la investigación, se tiene la oportunidad del disfrute, del logro alcanzado, del placer, de la felicidad, entendiendo las diversas maneras de interpretar y de acercarse a la realidad. La investigación debe abordarse con placidez, con alegría, con entusiasmo. Ese es el compromiso y el fin: buscar la felicidad