Mantener los principios morales, en medio de la adversidad y el conflicto, suele ser todo un desafío. Sin embargo, nuestro compromiso como seres humanos íntegros es superar las contrariedades del medio y los dilemas éticos que plantea el día a día. También nos corresponde, como personal de salud, apropiarnos de la responsabilidad individual y social de brindar cuidados de calidad en enfermería. Estos deberes no son fáciles de cumplir, más cuando somos conscientes de que el modelo de salud tiene unos condicionantes económicos, políticos y sociales que influyen categóricamente en el ejercicio de la profesión.
Indudablemente, el cuestionamiento sobre el quehacer de enfermería y sus repercusiones es una constante para la reflexión ética. Por ello, como sujetos morales, debemos generar y aprovechar espacios de deliberación con el propósito de asumir verdaderos compromisos para el cambio, la toma de conciencia moral y el fortalecimiento de la profesión.
En ese orden de ideas, la propuesta y argumentación general del texto consiste en que, como benefactores de la calidad de vida, llevemos a cabo acciones y decisiones que, en medio de la dificultad, salvaguarden el bien interno de nuestra profesión: el cuidado de la salud de los seres humanos.