El Doctor House escala cifras de audiencia en las pantallas y parecería que poco queda que añadir al magnífico trabajo de análisis de Josep Maria Comelles, ¿De Marcus Welby a Georges House. Las ambivalencias de las imágenes de la práctica médica en el cambio del siglo»1. No obstante, y al hilo del trabajo mencionado, me gustaría proponer una reflexión sobre lo que queda fuera de la pantalla. Y lo que queda fuera son las dimensiones no biológicas de la enfermedad, es decir todo aquello que hace significativa la experiencia de la enfermedad en un contexto social y cultural determinado. La persona enferma como ser que dota de significado la experiencia de enfermedad, pero también quedan fuera cualquier categoría profesional que no sean los médicos y las dos médicas presentes en la serie. Figura en cierta medida carismática, Georges House cautiva por su apuesta por lo que es políticamente incorrecto, por la lectura lineal y fácil, a pesar de todo, de los procesos patológicos y sobre todo por la percepción de indefensión y de fragilidad personal que da al personaje una, tal vez la única, dimensión humana. Este elemento lo hace tan atractivo como el ¿Vilchez¿ de Hospital Central, la figura de un médico que es operativo, que llama las cosas por su nombre y que puede llegar a crear escuela, a ser un modelo. Es por eso que considero que vale la pena detenerse a analizar el personaje y su contexto para tratar de ver algunas de las trampas que esconde.