La fibrilación auricular es una de las arritmias más frecuentes en la práctica clínica, especialmente en pacientes de edad avanzada, en los que tiende a ser crónica y permanente. A menudo, sobre todo en personas sin cardiopatía, puede presentarse en paroxismos, cuya duración varía de unos minutos a varias horas y ceden de manera espontánea.
En esta arritmia se pierde la secuencia normal de actividad auricular y, desde un punto de vista electrofisiológico, las aurículas quedan fragmentadas en múltiples parcelas que se activan independientemente, y como consecuencia cesa la actividad mecánica útil. Entre los factores que favorecen su aparición se encuentran: Hipertensión arterial, enfermedad reumática mitral, prolapso de válvula mitral, comunicación interauricular, cardiopatía isquémica, cardiopatía hipertrófica y dilatada, Wolf Parkinson White, hipertiroidismo, tumores, alcoholismo, amiloidosis, EPOC, genética, disbalance en el sistema nervioso autónomo, edad, fibrilación auricular idiopática, etc.
El tratamiento puede ser médico o quirúrgico, o una combinación de ambos, siendo el quirúrgico más desconocido, pero existen diferentes técnicas, todas ellas sofisticadas, utilizadas para resolver esta frecuente arritmia, que requiere, en la mayoría de los casos, cuidados postquirúrgicos especializados en la reanimación cardiaca.