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E. Saura, M. Muñoz López, C. Julià i Serra
En los últimos años, el acercamiento a la población de las medidas de reanimación cardiopulmonar avanzadas (hospitales comarcales y servicios de urgencia bien equipados y con personal entrenado) ha significado un incremento en el número de personas que sobreviven después de un paro cardíaco. Estos pacientes, en general son trasladados a hospitales públicos de tercer nivel, que disponen de medios diagnósticos y tratamiento complejo, necesarios para su atención.
Todos nos felicitamos (personal sanitario, familiares y responsables del Sistema Sanitario) cuando el éxito es completo, es decir, en caso de recuperación sin secuelas neurológicas. Pero con frecuencia queremos ignorar que también aumenta el número de pacientes con encefalopatía post-anóxica, qué también tienen derecho a recibir una asistencia adecuada. El problema es definir que entendemos por asistencia adecuada. Es necesario que la sociedad, personal sanitario y responsables sanitarios reflexionemos sobre este problema, ya que nuestro objetivo de cuidados es el paciente y su familia. Por eso es necesario hacer un análisis de la situación y ver cómo podemos ayudarles ante una situación con alto impacto emocional y con posibilidad de quedar con graves secuelas neurológicas.
