Estela Honrubia Gozálvez
El tratamiento con neuroestimulación de cordones posteriores del angor péctoris intratable, fue introducido por Mannheimer en 1980, los efectos clínicos que se han observado con éste tratamiento son: Mejora de la capacidad de ejercicio y aumento de la actividad diaria, descenso de los episodios de angina, descenso en la toma de nitritos, descenso de la depresión de ST, efecto placebo y mejora consecuentemente de la calidad de vida del paciente anginoso.
Se ha demostrado que este tratamiento produce una mejora en el flujo coronario, aumenta el flujo y hace descender el consumo de oxigeno miocardico y hace más eficaz la función ventricular. A pesar de que siempre se ha temido que evitar el dolor como síntoma de alarma en los procesos cardiológicos no monitorizados podría aumentar la mortalidad de los pacientes, los últimos estudios realizados vienen a demostrar que no se produce pérdida de seguridad porque no hay aumento de los episodios isquémicos, no aparecen episodios de arritmias, no favorece la aparición de IAM, y la única complicación viene dada por razones físicas si se produce movilidad del electrodo.
Los criterios de inclusión de pacientes están definidos: Angor clase III-IV NYHA sin respuesta a terapéutica farmacológica adecuada ni posibilidad de revascularización, patología isquémica coronaria significativa con diagnóstico por angiografía y/o alteración significativa de ECG de esfuerzo. Los criterios de exclusión vienen dados por esperanza de vida corta, trastornos de la conducción o contraindicaciones a la técnica de implantación.
En éste caso la técnica es atraumática y percutánea, la inserción se realiza a nivel torácico T6-T8, llevando la punta del cable por control radioscópico a nivel de T1-T2. La consecuencia es una parestesia en región precordial, miembros superiores e incluso puede hacerse en un lugar atípico si conviene.
La eficacia de la técnica en cada paciente viene dada por el número de crisis de angor, la medicación antianginosa requerida y su eficacia en el control de los episodios, la mejoría en la capacidad de ejercicio, los ingresos hospitalarios y su percepción en la mejora de la calidad de vida.
La adecuación coste-beneficio se manifiesta a nivel general por la disminución del n.º de ingresos en P.U., de ingresos hospitalarios y de atención domiciliaria.