La constante evolución que han experimentado los conocimientos científicos y el propio sistema sanitario, así como las necesidades de atención y cuidados que demandan los usuarios del Sistema Nacional de Salud, obligan a una permanente actualización de los conocimientos. La ciencia avanza a través del esfuerzo innovador e investigador de la comunidad profesional y, junto a este avance, se necesita llevar a cabo un proceso de aprendizaje que dura toda la vida profesional y se convierte en garantía de una asistencia de calidad y de seguridad para el paciente. La práctica basada en evidencias no sólo ha ido incorporándose al quehacer diario sino que su espíritu ha hallado respuesta en el legislador. Recientemente, han sido varias leyes que lo han recogido en su articulado, lo que pone al descubierto que la Práctica Basada en la Evidencia cuenta con el necesario respaldo legal, como principio rector de la investigación en salud y de la subsiguiente práctica asistencial.