Introducción: predecir la expectativa de vida de una persona parece un objetivo inalcanzable ya que se desconoce el máximo potencial de vida, la dimensión de referencia. Aquí presentamos un procedimiento basado en asumir que el corazón cuenta al nacer con una cantidad invariable de contracciones que se consumen durante la vida según la frecuencia cardíaca.
Material y métodos: aplicando modelos matemáticos del concepto de la vitalidad, se utilizan resultados de personas sanas de material propio y de tablas de normalidad. El promedio de la frecuencia cardíaca se obtiene considerando su dependencia de la edad. El gasto cardíaco y el volumen por latido, con los respectivos índices en referencia a la superficie corporal, son las variables que en dependencia de la edad se utilizan para determinar el envejecimiento cardíaco. Otros parámetros son el peso del corazón al nacer y al inicio de la adultez, así como la edad de su máximo crecimiento. Se calcula el potencial vital como longevidad máxima y de aquí la cifra total de contracciones a consumir durante este período, así como la edad cuando el corazón alcanza la máxima vitalidad según el promedio estandarizado de la frecuencia cardíaca. Finalmente se predice la expectativa de vida a partir de la edad de un determinado adulto en la que se registra su frecuencia cardíaca habitual.
Resultados: la longevidad máxima oscila entre 122 años en el varón y 119 en la mujer. La cifra total de contracciones cardíacas disponibles al nacer para la vida es 4,57 · 109 en el corazón del varón y 4,45 · 109 en el de la mujer, que han consumido a la edad de máxima vitalidad cardíaca el primero con 22,8 años un 27% y la mujer un 24% con 19,8 años. En un varón de 30 años con la frecuencia cardíaca en promedio de 68 por minuto, se predicen 86 años más de vida, en otro de la misma edad con 95 por minuto se predice 65 años.
Conclusiones: el razonamiento teórico concuerda con la coherencia de los resultados que, a su vez, podrían explicar, por ejemplo, la muerte prematura por continuo estrés emocional en un corazón aparentemente sano, así como el papel regulador de la bradicardia en el deportista de alto rendimiento. Los puntos débiles del procedimiento se deben especialmente a la escasez de datos paramétricos.