Jordi Pich Solé, Lluís Ballester Brage, Mònica Thomàs, Ramón Canals, Greta Giacone, Josep Antoni Tur Marí
Fundamentos: En una muestra de 1631 sujetos de edades comprendidas entre los 11 y los 18 años se investigó el grado de aceptación de alimentos que incorporan distintos niveles de gusto ácido o amargo y por aquellos de sabor intenso (ajo ó cebolla) ó picante (pimienta).
Método: En los centros escolares de enseñanza secundaria de la isla de Mallorca, se aplicó un cuestionario sobre actitudes y preferencias alimentarias, que contenía preguntas sobre la preferencia por alimentos caracterizados sensorialmente por la presencia de gustos ácidos, amargo, picantes o de sabores intensos.
Resultados: La aceptación de la acidez suave (yogur ó zumo de naranja naturales sin azúcar añadido) no varía con la edad. Se registra un aumento paulatino tanto en el gusto por las sensaciones gustativas más ácidas.
(alimentos avinagrados) como en la aceptación del ajo y la cebolla cruda. La introducción de la pimienta es gradual aunque con un marcado progreso a los 17 - 18 años. El gusto por los productos amargos (tónica, café solo, endibia ó escarola) es más tardío, aunque con porcentajes notablemente más reducidos que en las restantes sensaciones. Resultaron estadísticamente significativas todas la diferencias por sexos excepto, para la acidez intensa. Tanto los alimentos de acidez suave como el ajo y la cebolla cruda son más apreciadas por los varones, adquiriendo esta diferencia su valor máximo en el gusto por las sensaciones picantes.
Conclusiones: La notable evolución del gusto durante la adolescencia refleja que el creciente interés por experimentar emociones intensas se extiende también al campo gustativo. Por otra parte, la mayor relevancia de esta aceptación entre los varones concuerda con el mayor placer por la comida que declaran, aunque no pueda excluirse cierta voluntad de exhibición de la masculinidad.