Guillermo Miranda Calderín
El componente físico de los programas de rehabilitación cardíaca ha evolucionado en las últimas décadas como consecuencia de los avances en el conocimiento de la fisiología del ejercicio, de la patología coronaria y del perfil de los pacientes que acuden a los mismos. La población de pacientes ha cambiado desde grupos posinfarto hasta pacientes revascularizados (bypass quirúrgico o angioplastia y colocación de stent). Los objetivos de los programas se han modificado desde la mejoría en el estado físico de pacientes muy desacondicionados, con trabajo de resistencia, hasta la adopción de nuevos estilos de vida que impliquen la realización de más actividades físicas y la utilización de ejercicios de fuerza que complementen a los de resistencia. Cuando comenzaron los programas de rehabilitación cardíaca se indicaban, casi exclusivamente, en pacientes de bajo riesgo que habían tenido un infarto agudo de miocardio. A medida que se han ido incorporando nuevas evidencias de que otras patologías también se benefician de estos programas multidisciplinares, éstos se han ido ampliando. Durante los próximos años el perfil de pacientes que tomarán parte en la rehabilitación cardíaca irá cambiando. Se incluirán pacientes más graves, con disfunciones mayores del ventrículo izquierdo y con una mayor insuficiencia cardíaca. Gracias a la abundante evidencia, recogida en la última década, en el manejo de pacientes con insuficiencia cardíaca, podremos estar preparados para rehabilitar a pacientes que antes se descartaban (pacientes con marcapasos, terapia de resincronización cardíaca, cardiopatías congénitas, etc.). Los receptores de un trasplante cardíaco están severamente desacondicionados, como resultado de su estado previo a la cirugía, y son candidatos a participar en estos programas. Asimismo los pacientes con arteriopatía periférica y claudicación de la marcha que participan en un programa de entrenamiento son capaces de aumentar la distancia recorrida en el tapiz rodante.