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La seguridad es una de las necesidades básicas que todo ser humano precisa cubrir par lograr bienestar y su desarrollo, pleno. A lo largo de nuestra vida, los ámbitos de la seguridad que tratamos de cubrir varían y vienen determinados entre otros, por la edad y el momento de nuestra vida que atravesamos. Así, la seguridad de una persona joven se centra en aspectos laborales, de logros personales, mientras que en el caso de las personas mayores se basa más en lograr tener un entorno seguro que le permita disfrutar de los años de vida que le quedan sin grandes sobresaltos.
La edad reduce muchas capacidades y a menudo, hace sentir que uno/a, no tiene el control de aquella situación de bienestar que deseaba vivir tras muchos años de esfuerzo y lucha.
Las enfermedades, los problemas auditivos y visuales se unen a la supervivencia en ciudades pobladas de personas jóvenes y adultas ágiles, llenas de coches que no tienen casi espacio donde circular y menos donde aparcar. Las personas de más edad deben luchar con la prisa, con el ritmo de vida acelerado que apenas permite a los menos mayores llegar a sus destinos con el tiempo justo.
La sensibilidad de los profesionales que operan en la vías públicas y en el marco de la seguridad cada vez es mayor. Progresivamente se toma conciencia de la realidad de los mayores, de la necesidad de encontrar mecanismos que permitan establecer un lenguaje común, un sistema de entendimiento entre personas mayores y sociedad, mediante el cual, se logre la seguridad de un colectivo que, aunque no siempre seamos conscientes de ello, sufre muchas agresiones diarias, evitables estableciendo un proceso mutuo en la que la edad sea respetada y admitida.
Desde esta idea base se pone en marcha y desarrolla este proyecto, siendo sus pilares claves: la seguridad integral de las personas mayores, el logro de un bienestar personal y social, la integración social sin límite de edad y la implicación de profesionales que operan en el ámbito social.
