La demencia grave es una de las principales causas de dependencia en el momento actual. Se considera como tal cuando el deterioro cognitivo interfiere en la realización de las actividades básicas de la vida diaria, aunque en la práctica clínica es un estadio difícilmente definible.
La valoración de la capacidad de realizar las actividades de la vida diaria es un aspecto clave en el paciente con demencia grave, ya que el deterioro funcional es un hallazgo definitorio y permite establecer correctamente un pronóstico, un plan de cuidados y evaluar, cuando así se requiera, la eficacia de la intervención.
La valoración funcional en la demencia es una tarea compleja, ya que la función es la expresión de múltiples interacciones, y más aún en el paciente geriátrico. La cuantificación de la función se lleva a cabo mediante el uso de escalas funcionales. En dicho estadio es fundamental que éstas valoren actividades básicas en los diferentes tipos de demencia con alta sensibilidad a los cambios y alta capacidad de discriminación, adaptadas culturalmente y validadas en diferentes ámbitos de aplicación, comunidad e institución, así como consensuarlas para poder homogeneizar y comparar los resultados.