La tendencia actual de atender al enfermo psiquiátrico en el propio domicilio, con la intención de promover la integración social desde los inicios de la enfermedad, tiene como contrapartida una mayor carga emocional si cabe en la familia de un paciente esquizofrénico. La unidad familiar se encuentre abrumada, deficientemente informada y completamente desbordada ante la amalgama de consecuencias que desencadena una enfermedad tan cruel como es la esquizofrenia. Consecuencias no solo relacionadas con la manifestación de diferentes emociones (tristeza, culpa, hostilidad, vergüenza.), sino también referidas a los cambios relacionales que se producen entre todos los miembros de la familia. Es Aurora, la protagonista de este relato biográfico y madre del enfermo, quien asume el protagonismo en el cuidado. Pero en su afán por la mejoría de su hijo tiene que precisar también asistencia psiquiátrica y de los profesionales de enfermería. Su propia sintomatología de connotaciones ansiosas y anímicas va fluctuando con los años según la evolución. A pesar de la situación tan problemática en la que Aurora se ve envuelta, surge de ella es resquicio de lucha que la empuja a seguir hacia delante.