Durante un gran e importante espacio de la vida, todos los niños son acogidos por la escuela, tiempo en el cual las capacidades de desarrollo y acumulación de aptitudes y actitudes son fundamentales para la formación integral de la personalidad. La etapa de la niñez y la adolescencia es delicada y vulnerable, pues la población se encuentra en proceso de formación de hábitos, creencias y competencias, que permitirán desarrollar el propio concepto como persona y ciudadano. Para el logro de este propósito es necesario un trabajo dinámico y permanente, a nivel interinstitucional y transdisciplinario, donde profesionales de la salud y la educación, familias, organizaciones comunitarias, autoridades estatales, el sector productivo y otros sectores de la sociedad trabajen unidos para ofrecer la mejor atención y cuidado a la población escolar. Es así como los programas de salud escolar desarrollados en las instituciones de enseñanza pueden ayudar a los estudiantes a responder a esos riesgos, para lo cual deben plantear: una educación en estilos de vida saludable; acciones para el cuidado y protección de los niños y adolescentes, y mecanismos para la construcción de una verdadera cultura de la salud.
Para lograr un adecuado y completo programa de enfermería escolar, la promoción y la prevención deben considerarse como una estrategia fundamental e indispensable para el programa. La estrategia es un medio o instrumento para lograr los objetivos, que responden a la pregunta de cómo hacerlos. La estrategia exige la disposición de unos recursos y de las acciones para alcanzarlos. Esto nos permite reconocer la importancia de considerar como tal la promoción y la prevención, pues refleja los elementos anteriormente expuestos y es oportuna para lograr la salud integral del escolar.