Alfredo Serrano Ruiz
La Echinacea es una de las plantas más utilizadas por las poblaciones autóctonas de América del Norte. Numerosas tribus (Cheyenne, Choctaw, Dakota, Ponca, Sioux, Winnebago) la utilizaban como remedio para las infecciones respiratorias y las mordeduras de serpientes. Tras la colonización europea, su uso se extendió por todos los Estados Unidos y posteriormente se importó a Europa, donde alcanzó una gran popularidad a principios del siglo XX.
Actualmente, la Echinacea se utiliza para reducir los síntomas y duración del resfriado común y de la gripe. Éste es el uso más estudiado por medio de ensayos clínicos, de ahí que sea la indicación aprobada por la German E Comisión (organismo regulador del consumo de plantas medicinales en Alemania).
La Organización Mundial de la Salud, basándose en una revisión de los estudios publicados hasta 1999, respalda también su uso tanto para infecciones respiratorias como urinarias. Además de estos usos, los estudios in vitro con Echinacea apuntan a un posible efecto sobre el sistema inmunológico, lo que se traduciría en un incremento de la respuesta ante infecciones.
El consumo de Echinacea, en función de planteamientos puramente teóricos, estaría contraindicado en pacientes con cualquier tipo de enfermedad autoinmune