Tradicionalmente ha habido un distanciamiento importante entre la investigación y la práctica clínica, y se hace necesario que la investigación clínica ponga un mayor énfasis en la efectividad y la utilidad clínica de los tratamientos en adicciones. Los desafíos actuales para fomentar un uso más extendido de los tratamientos empíricamente validados, giran en torno a la generalización, la aplicabilidad y la rentabilidad. En un esfuerzo por facilitar aspectos como la utilidad y el sentido práctico, algunos autores proponen modelos mixtos de investigación que incluyan los componentes de los estudios de eficacia (rigurosidad metodológica), y los de la efectividad (investigación en contextos clínicos reales). Poder disponer de la evidencia científica de las opciones psicoterapéuticas existentes, ayuda a emplear rutinariamente las alternativas que produzcan los mejores resultados clínicos, lo que eleva la calidad asistencial prestada a los pacientes. La integración de los acercamientos de la eficacia y la efectividad a través de programas de investigación clínicos, es necesaria para alcanzar la mejor evidencia científica.