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Lluís Vila Ballester
En la actualidad el tratamiento de la diabetes no sólo pretende controlar la glucemia, sino que también debe controlar y tratar todos los factores de riesgo cardiovascular que se le asocian. Además de los tratamientos farmacológicos (hipoglucemiantes, hipolipemiantes, antihipertensivos, etc.), es imprescindible incidir sobre el estilo de vida. La dieta recomendada para las personas con diabetes debe contribuir al control de la glucemia y a la disminución del riesgo cardiovascular. Las recomendaciones nutricionales, que distintas sociedades científicas defienden, intentan cubrir ambos aspectos. A continuación se enumeran las recomendaciones nutricionales más significativas. La contribución en el total de energía de los carbohidratos (CH) oscila ente el 50 y 65%, aconsejando algunas sociedades que la dieta sea de un bajo índice glucémico (IG). La ADA discute su efectividad. El aporte de azúcares, mono y disacáridos, no debe superar al 10%. La mayoría de sociedades científicas permiten el consumo de sacarosa si se contabiliza en la dieta y dentro de este margen. El consumo de fibra se aconseja entre 20 y 30 g. La grasas deben aportar entre el 21 y 35%, según distintas sociedades. El consumo de grasas saturadas (GS) debería ser <10% (<7% si elevado riesgo cardiovascular) al igual que las poliinsaturadas. Las grasas monoinsaturadas (GMI) entre el 10 y 20%. La ADA explicita que entre el 60-70% del aporte calórico puede distribuirse entre las GMI y los CH. Los ácido grasos trans se consideran como las GS. Las proteínas deben aportar entre el 10 y 20%. Las recomendaciones en micronutrientes son similares a las de la población general. El uso habitual de edulcorantes artificiales es seguro a las dosis recomendadas, y el consumo de productos especiales para diabetes no es imprescindible y, en todo caso, deben contabilizarse dentro de la dieta. En conclusión, las recomendaciones actuales de la dieta para las personas con diabetes encuentran su modelo en la dieta mediterránea.
