Ana Martínez Pampliega, Mireia Sanz Vázquez, Leire Cosgaya Fernández
Objetivo.- Se analiza la relación entre el funcionamiento familiar, los conflictos de la pareja y el consumo de drogas por parte de los hijos. Método.- A través de un diseño transversal se ha encuestado a una muestra de 130 jóvenes (72 chicas y 57 chicos; con edades comprendidas entre los 13 y 17 años) y sus respectivas madres. Para la valoración de las variables de interés se ha utilizado una batería de cuestionarios que comprende los siguientes: Consumo de Sustancias (CS), la Escala de Percepción de los Hijos del Conflicto Interparental (CPIC), el Inventario para Hijos del Comportamiento Parental (CRPBI), la Escala de Evaluación de Adaptabilidad y Cohesión Familiar (FACES), el Índice de Satisfacción Matrimonial (ISM) y la Escala de Estabilidad Matrimonial (EEM). Los hijos respondían a los cuatro primeros (CS, CPIC, CRPBI y FACES), mientras sus familiares lo hacían a los tres últimos (FACES, ISM, EEM). Para el análisis de las relaciones entre variables se utilizaron modelos de regresión logística tomando como variable dependiente ser o no ser el hijo consumidor de sustancias. Resultados.- Cuatro dimensiones de conflicto marital (frecuencia: OR=1,30; intensidad: OR=1,56; inestabilidad: OR=1,32; y contenido: OR=1,33), siete de las ocho dimensiones del CRPBI y la percepción de cohesión familiar por parte de los hijos (OR=0,51) resultaron estadísticamente significativos (p<0,05). No obstante, el control del conjunto de variables mediante un modelo de regresión múltiple ofreció significación estadística para sólo dos de ellas: la percepción de cohesión familiar por parte del hijo/a (OR=0,59; p=0,03) y la percepción de control por parte de la madre (OR=0,69; p=0,04). Conclusiones.- Los resultados muestran que la presencia de conflicto entre los padres se asocia a una mayor presencia de consumo de sustancias entre los hijos, si bien son necesarias más investigaciones para confirmar estos hallazgos. El estudio sí permite constatar el efecto protector de la cohesión familiar y el control materno percibido por los hijos sobre la probabilidad de consumir drogas por éstos.