La complejidad de las organizaciones sanitarias es alta y son numerosos los factores que intervienen e influyen en el trabajo asistencial. La necesidad de ofrecer un mejor producto sanitario y el encarecimiento de éste obligan a buscar nuevas fórmulas de gestión y a que las organizaciones se adapten a nuevas estructuras organizativas. En la actualidad, se apuesta por la descentralización en las organizaciones sanitarias y por la participación del profesional en la gestión de los recursos que utiliza en la práctica clínica, con la asunción de nuevas responsabilidades. Los organigramas planos, la descentralización y la gestión clínica se abren camino en la gestión sanitaria y tienen presente los criterios de eficacia, eficiencia y efectividad. El presente artículo pretende ofrecer una experiencia en el rediseño de un proceso de discapacidad intelectual, que toma el producto ofrecido, reasigna competencias, orienta la actividad hacia la gestión clínica y la gestión de la calidad, para conseguir optimizar las intervenciones y alcanzar los mejores resultados para los usuarios.