M. A. Martínez López, Juan García Puig
La medición de la presión arterial por el propio paciente en su domicilio se ha convertido en un procedimiento muy popular. A ello han contribuido la gran oferta de aparatos electrónicos de fácil uso y la publicación de múltiples estudios que avalan su utilidad en el diagnóstico y el control de la hipertensión. En efecto, esta técnica tiene varias ventajas sobre la medición convencional en consulta, entre las que se encuentran su mayor reproducibilidad, mejor representatividad del perfil tensional habitual del paciente, mayor correlación con el daño en los órganos diana y mayor valor predictivo de la morbimortalidad. A ello hay que añadir un beneficio potencial en el control del paciente con tratamiento antihipertensivo y, quizá, una reducción de los costes sanitarios en el seguimiento a largo plazo. Actualmente, las principales sociedades de hipertensión recomiendan la automedición domiciliaria de la presión arterial en determinadas situaciones clínicas. Sin embargo, no puede considerarse una alternativa a la medición en consulta, sino más bien una técnica complementaria en la evaluación del paciente hipertenso. En el presente trabajo se revisan las indicaciones y las limitaciones de esta técnica en la práctica clínica