Aunque hayan sido rechazados o ridiculizados por muchos médicos, por revisores de publicaciones y por autores de guías de tratamientos, los ensayos controlados aleatorios individuales (RCTs) y meta-análisis muestran claramente que la introducción de un tratamiento supervisado de disulfiram (TSD) en los programas de tratamiento del alcoholismo da sistemáticamente mejores resultados que si se incluye la naltrexona (NTX) o el acamprosato (ACP). Los tamaños medios de los efectos para el NTX y para el ACP en alcoholismo son bajos -0.28 y 0.26 respectivamente, frente al 0.53 del TSD. Muchos de los estudios con NTX no incluyeron alcohólicos ambivalentes o severos (por ejemplo, infractores recurrentes alcohólicos). Aunque existen algunos estudios negativos con NTX y ACP, incluso en aquellos más fiables, todos los estudios sobre TSD en los que los pacientes recibieron realmente la medicación prevista tuvieron efectos positivos e, incluso muchas veces, muy positivos. El abuso del consumo del alcohol es prácticamente desconocido entre los japoneses que son homocigóticos para la aldeido deshidrogenasa �ineficiente�. El TSD actúa simplemente reproduciendo esta variante genética �normal, pero con una alta capacidad protectora- de una forma reversible. Este artículo revisa la literatura más reciente acerca del tema y analiza los factores ideológicos y financieros que contribuyen al escaso uso del TSD. La evidente superioridad del TSD debería convertirle en la primera opción de tratamiento para pacientes cuya situación es susceptible de empeorar rápidamente en caso de una recaída temprana. Aunque el tratamiento farmacológico es una prolongación de la relación terapéutica y no debe ser nunca un sustituto de ésta, muchos pacientes con respuesta positiva al TSD parecen necesitar muy poca intervención psicoterapéutica específica. Ello puede deberse al hecho de que el TSD actúa no sólo como un freno eficaz ante el consumo de alcohol, sino también como un potente reforzador del cambio cognitivo y de comportamiento.