El consumo de heroína se asocia con frecuencia a todo un conjunto de complicaciones físicas, infecciosas y no infecciosas, relacionadas tanto con las características de la propia droga o de sus adulterantes como con las prácticas de riesgo y forma de vida de los consumidores; que afectan a la calidad de vida del heroinómano, condicionando la evolución y ensombreciendo el pronóstico de la adicción. El cambio experimentado en los últimos años de la vía intravenosa a la fumada y la generalización de los programas de mantenimiento con metadona ha mejorado considerablemente la salud de esta población. Sin embargo, la aparición de nuevos patrones de consumos, principalmente unidos a la cocaína, han reactivado el uso de la vía intravenosa y paralelamente la reaparición de patologías en desuso en la práctica clínica diaria. Hepatitis , tuberculosis e infección por el VIH se encuentran entre las mas prevalentes, aunque otras muchas pueden afectar con similar gravedad a los consumidores de esta droga.