Los opiáceos poseen una gran capacidad adictiva y su administración incontrolada produce una serie de cambios adaptativos a nivel celular y molecular en diversos sistemas neuroquímicos que origina la aparición de un cuadro de dependencia. Los fenómenos adictivos inducidos por los opioides y otras drogas de abuso están relacionados tanto con los efectos reforzantes de estas drogas como con la necesidad que se genera en el adicto para paliar las consecuencias negativas de la ausencia de las mismas. Estudios bioquímicos, farmacológicos, electrofisiológicos y moleculares han identificado diversos sistemas neuroquímicos que constituyen un sustrato común para los efectos reforzantes inducidos por diferentes drogas de abuso incluídos los opioides. Este sustrato integra al sistema mesolímbico y en particular a dos sistemas neuroquímicos, el dopaminérgico y el opioide. El sistema dopaminérgico mesolímbico junto con los circuitos cerebrales que controlan las respuestas al estrés representan el principal sustrato neurobiológico para las manifestaciones motivacionales de la abstinencia de opioides. Finalmente, los opiáceos inducen algunas modificaciones persistentes a nivel de determinados factores de transcripción que podrían participar en la mayor vulnerabilidad para la recaída incluso después de un periodo prolongado de ausencia de consumo de droga.