Diego Moreno Sánchez
Los retos de la creciente prevalencia e indudable tendencia a la progresividad lesional de la hepatopatía grasa no alcohólica primaria contrastan con el limitado conocimiento de su patogenia. Parece desarrollarse en 2 fases. En la primera, la hiperproducción de adipocinas, en el contexto de un proceso inflamatorio subclínico, conduce a resistencia a la insulina en el tejido adiposo. Ello lleva tanto a lipólisis, con aumento de ácidos grasos circulantes y su captación hepática, como a hiperinsulinemia. En el hepatocito la lipogénesis resultante, junto a la disminución de excreción de lipoproteínas, induce la acumulación grasa (esteatosis), que supone cierta agresión oxidativa pero que queda contrarrestada por la activación de proteínas desacoplantes mitocondriales y sistemas antioxidantes. En la segunda fase, la exacerbación del catabolismo graso por beta y omegaoxidación promueve una hiperactividad de la cadena respiratoria, con sobreproducción de radicales libres y especies reactivas del oxígeno que superan la capacidad antioxidante. Esos agentes conducirán a lesión hepatocelular y necrosis, inflamación y fibrosis (esteatohepatitis), merced a la inducción tanto del ligando Fas como de citocinas (factor de necrosis tumoral alfa, factor betatransformador del crecimiento e interleucina 8) y de peroxidación lipídica y sus subproductos (malondialdehído e hidroxinonenal). La implicación de otros factores (hierro hepático, disfunción de células de Kupffer o endotoxemia) es incierta.