Las temperaturas extremadamente elevadas registradas en el centro de Europa y en el norte y este de España durante el verano de 2003 pusieron de manifiesto la importancia que sobre la salud pública en general presentan las altas temperaturas.
Los excesos de morbimortalidad que llevaron asociadas estas temperaturas extremas han hecho que en nuestro país se articularan y llevaran a cabo planes de alerta y prevención durante el año 2004, con el objetivo de minimizar estos efectos. Afortunadamente las temperaturas registradas, mucho menos elevadas que las de 2003, no han servido para evaluar en toda su dimensión estos planes, pero sí para detectar algunas deficiencias que se irán subsanando en el futuro.
En este artículo se analizan los principales impactos de las olas de calor, fundamentalmente, y de frío. Se contemplan los factores socioeconómicos que influyen en estos excesos de mortalidad y se plantean las medidas que deben tenerse en cuenta en los planes de prevención. Se hace hincapié en la necesidad de agilización de los registros de morbimortalidad en España y en las políticas necesarias para la minimización del impacto en salud de los eventos térmicos extremos.