Objetivos: evaluar el impacto de la miel en el tratamiento de heridas crónicas, como úlceras venosas, pie diabético y heridas quirúrgicas complejas, centrándose en sus propiedades antimicrobianas, antiinflamatorias y cicatrizantes, mediante una revisión sistemática. Métodos: se revisaron 13 estudios recientes en población adulta que analizaron la efectividad de la miel aplicada en apósitos y pomadas. Los estudios evaluaron parámetros como la velocidad de cicatrización, la reducción de la carga bacteriana, la regeneración tisular, la frecuencia de aplicación y la duración del tratamiento. También se consideraron los efectos adversos reportados. Resultados: la miel mostró beneficios significativos, acelerando la cicatrización, reduciendo la carga bacteriana y favoreciendo la regeneración del tejido. La miel de Manuka destacó por su alta actividad antimicrobiana frente a bacterias resistentes, aunque otras variedades, como la miel Randu, también fueron efectivas en contextos específicos. La frecuencia de aplicación diaria o cada 48 horas, con un tratamiento mínimo de cuatro semanas, se consideró ideal. Las molestias leves reportadas no afectaron significativamente la adherencia al tratamiento. Conclusiones: la miel es una alternativa prometedora para el manejo de heridas crónicas, pero la heterogeneidad de los estudios y la falta de estandarización en los protocolos resaltan la necesidad de más investigaciones de alta calidad. El personal de enfermería desempeña un papel crucial en la selección, aplicación y monitorización de estos tratamientos.
Objectives: To assess the impact of honey on chronic wound treatment, including venous ulcers, diabetic foot ulcers, and complex surgical wounds, focusing on its antimicrobial, anti-inflammatory, and healing properties through a systematic review. Methods: Thirteen recent studies on adult populations were reviewed, analyzing the effectiveness of honey applied in dressings and ointments. The studies examined healing speed, bacterial load reduction, tissue regeneration, application frequency, and treatment duration. Reported side effects were also considered. Results: Honey significantly improved healing, reduced bacterial load, and promoted tissue regeneration. Manuka honey stood out for its potent antimicrobial activity against resistant bacteria, although other varieties, such as Randu honey, also proved effective inspecific contexts. Daily or every 48-hour application, with a minimum treatment duration of four weeks, was identified as optimal. Mild discomfort was reported but did not significantly affect adherence to treatment. Conclusions: Honey is a promising alternative for managing chronic wounds. However, the heterogeneity of studies and the lack of standardized protocols highlight the need for further high-quality research. Nurses play a critical role in selecting, applying, and monitoring these treatments.