Almudena Basallo Vea Murguía, David Sancho Guillén, María Inés Arbués Pascual, María Carmen Albiac Cubeles, Rosana Gracia Marcén, Estefanía Ndjou'ou Murillo
La enfermedad renal crónica (ERC) afecta a más del 14% de los adultos en España, con un incremento significativo de pacientes que requieren tratamiento sustitutivo renal, especialmente hemodiálisis. Este procedimiento necesita un acceso vascular eficaz, siendo la fístula arteriovenosa nativa (FAVn) el método preferido por su durabilidad y menor riesgo de complicaciones frente a otros tipos de acceso.
El éxito de la FAVn no solo depende del acto quirúrgico, sino también del compromiso activo del paciente en los cuidados pre y postoperatorios, durante el periodo de maduración y en la fase de utilización. Desde la elección del tratamiento, es fundamental seguir pautas específicas para conservar la red venosa y facilitar la creación de la fístula. Tras la intervención, el paciente debe conocer los signos de alarma y seguir recomendaciones postoperatorias como la vigilancia diaria del acceso.
Durante la maduración, los ejercicios específicos favorecen el desarrollo de la fístula y ayudan a prevenir complicaciones como la trombosis o la estenosis. Una vez iniciada su utilización, la correcta manipulación por parte del personal sanitario y la vigilancia continua del estado del acceso son claves para garantizar la efectividad del tratamiento.
El buen funcionamiento del acceso vascular repercute directamente en la calidad de la hemodiálisis y, por tanto, en el bienestar del paciente. La educación, la formación y la implicación del propio paciente resultan esenciales para mantener la funcionalidad de la FAVn a largo plazo.
Chronic kidney disease (CKD) affects over 14% of adults in Spain, with a significant increase in patients requiring renal replacement therapy, particularly hemodialysis. This procedure demands effective vascular access, with the native arteriovenous fistula (nAVF) being the preferred method due to its durability and lower risk of complications compared to other access types.
The success of the nAVF depends not only on the surgical procedure but also on the active involvement of the patient in the pre and postoperative care, throughout the maturation period, and during regular use. From the moment hemodialysis is chosen, it is essential to follow specific guidelines to preserve the venous net and facilitate fistula creation. After surgery, the patient must be able to recognize warning signs and follow postoperative recommendations, including daily monitoring of the access.
During the maturation phase, specific exercises promote the development of the fistula and help prevent complications such as thrombosis or stenosis. Once the fistula is in use, proper handling by trained healthcare staff and continuous monitoring of the access site are key to ensuring effective treatment.
The proper function of the vascular access directly impacts the quality of hemodialysis and, consequently, the patient’s well-being. Education, training, and the patient’s own involvement are essential for maintaining long-term functionality of the nAVF.