Ana Paula Almárcegui Cano, Elena Marco Ramo, Romina Castro García, Daniel Pascual Garrido, Pablo Porroche Borruel, Miguel Rubio Lozano
La alteración del sueño se ha relacionado con procesos inflamatorios sistémicos, y la proteína C reactiva (PCR) se ha establecido como un biomarcador confiable para medir esta inflamación. Esta revisión sistemática tiene como objetivo analizar la evidencia científica disponible que relaciona la calidad y duración del sueño con niveles elevados de PCR. Se realizó una búsqueda en las bases de datos PubMed, Scopus y Web of Science, seleccionando estudios observacionales y experimentales en adultos que midieran la calidad del sueño y los niveles de PCR. Los resultados muestran una asociación significativa entre alteraciones del sueño y un aumento en los niveles de PCR, lo cual sugiere una activación inflamatoria subclínica que podría aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Las alteraciones más relevantes incluyen tanto la privación como el exceso de sueño. Concluimos que mejorar la calidad del sueño podría tener un impacto positivo en la reducción de la inflamación sistémica y, por ende, en la prevención de enfermedades crónicas. Es necesario realizar más investigaciones longitudinales para establecer relaciones causales y evaluar el impacto de las intervenciones sobre el sueño en los niveles de PCR.
Sleep disturbance has been related to systemic inflammatory processes, and C-reactive protein (CRP) has been established as a reliable biomarker to measure this inflammation. This systematic review aims to analyze the available scientific evidence relating sleep quality and duration to elevated CRP levels. We searched PubMed, Scopus and Web of Science databases, selecting observational and experimental studies in adults that measured sleep quality and CRP levels. The results show a significant association between sleep disturbances and increased CRP levels, suggesting subclinical inflammatory activation that could increase the risk of cardiovascular disease. The most relevant alterations include both sleep deprivation and excess sleep. We conclude that improving sleep quality could have a positive impact on reducing systemic inflammation and thus preventing chronic disease. Further longitudinal research is needed to establish causal relationships and assess the impact of sleep interventions on CRP levels.