Mónica Moreno Los Arcos, Beatriz Pardo Rey, Alejandro Sanz Sanz, Ana Lisa Elvira, Marta Sánchez Luengo
La deshidratación en lactantes constituye una emergencia clínica frecuente y potencialmente peligrosa que requiere atención inmediata para evitar complicaciones graves e irreversibles. Las causas más comunes de deshidratación en esta población incluyen infecciones gastrointestinales, diarrea aguda, vómitos persistentes, fiebre elevada y una ingesta inadecuada de líquidos. Debido a su limitada reserva hídrica y su alta tasa metabólica, los lactantes son especialmente vulnerables a la pérdida de líquidos y electrolitos, lo que puede llevar rápidamente a cuadros de hipovolemia, daño renal agudo, shock y, en casos extremos, la muerte.
El diagnóstico precoz y el manejo oportuno son fundamentales. El personal de enfermería desempeña un papel clave en todas las etapas de la atención, comenzando con la evaluación detallada del estado de hidratación del lactante, mediante la observación de signos clínicos como la fontanela hundida, la sequedad de mucosas, la disminución del llanto con lágrimas, la irritabilidad o letargo, y la reducción en la cantidad de pañales mojados.
Las enfermeras no solo participan en la administración de líquidos por vía oral o intravenosa según la gravedad del caso, sino que también se encargan del monitoreo continuo de los signos vitales, el estado neurológico y el equilibrio de líquidos y electrolitos. Además, tienen un rol importante en la educación de los cuidadores sobre los signos tempranos de deshidratación, las técnicas adecuadas de alimentación y la prevención de enfermedades infecciosas. Un enfoque integral y basado en la evidencia por parte del equipo de enfermería puede marcar la diferencia en la evolución y recuperación del lactante.
Dehydration in infants is a common and potentially life-threatening clinical emergency that requires immediate attention to prevent serious and irreversible complications. The most frequent causes of dehydration in this population include gastrointestinal infections, acute diarrhea, persistent vomiting, high fever, and inadequate fluid intake. Due to their limited fluid reserves and high metabolic rate, infants are particularly vulnerable to fluid and electrolyte loss, which can rapidly lead to hypovolemia, acute kidney injury, shock, and, in extreme cases, death.
Early diagnosis and timely management are essential. Nursing staff play a key role in all stages of care, starting with a thorough assessment of the infant’s hydration status by observing clinical signs such as sunken fontanelle, dry mucous membranes, absence of tears when crying, irritability or lethargy, and reduced number of wet diapers.
Nurses are involved not only in the administration of fluids orally or intravenously depending on the severity of the case, but also in the continuous monitoring of vital signs, neurological status, and fluid and electrolyte balance. Furthermore, they have a crucial role in educating caregivers about the early signs of dehydration, proper feeding techniques, and the prevention of infectious diseases. A comprehensive, evidence-based approach by the nursing team can make a significant difference in the infant’s outcome and recovery.