José Antonio Lizana López, Laura Palacio Cereza, Jorge Domper Sierra, Helena Francés Romero, Raúl Peruga Cera, Raquel Bosque Cavero
La colecistectomía es una intervención quirúrgica frecuente que puede conllevar alteraciones en la digestión, especialmente relacionadas con la absorción de grasas. Habitualmente se realiza para combatir diferentes patologías de la vesícula biliar como pueden ser la colelitiasis y la colecistitis.
Después de realizar esta cirugía, la dieta que se lleve a cabo por parte de estas personas es muy importante para poder prevenir otros trastornos intestinales como pueden ser diarrea, hinchazón o distensión abdominal y una anómala absorción de grasas.
Esta revisión analiza las principales pautas dietéticas recomendadas tras la cirugía, comparando su efectividad y sustento científico. La evidencia actual respalda el uso inicial de una dieta baja en grasas, especialmente durante las primeras semanas postoperatorias, con el fin de minimizar síntomas como diarrea y distensión abdominal. Posteriormente, se recomienda una transición progresiva hacia una dieta equilibrada, con especial énfasis en el patrón mediterráneo, por sus beneficios digestivos y metabólicos a largo plazo.
El abordaje nutricional debe ser individualizado y adaptado a la evolución clínica del paciente, con el objetivo de mejorar su calidad de vida y prevenir complicaciones digestivas persistentes.
Cholecystectomy is a common surgical procedure that can lead to digestive disorders, especially those related to fat absorption. It is usually performed to treat various gallbladder diseases such as cholelithiasis and cholecystitis.
After this surgery, the diet followed by these individuals is very important to prevent other intestinal disorders such as diarrhea, abdominal bloating or distension, and abnormal fat absorption.
This review analyzes the main dietary guidelines recommended after surgery, comparing their effectiveness and scientific basis. Current evidence supports the initial use of a low-fat diet, especially during the first postoperative weeks, to minimize symptoms such as diarrhea and bloating. Subsequently, a gradual transition to a balanced diet is recommended, with special emphasis on the Mediterranean pattern, due to its long-term digestive and metabolic benefits. The nutritional approach must be individualized and adapted to the clinical evolution of the patient, with the aim of improving their quality of life and preventing persistent digestive complications.