Under normal conditions, there is a small volume of fluid in the pleural space as a result of the balance between its inflow from the pleural capillaries and its drainage through the lymphatics. Pleural effusion (PE) will occur when this balance is disturbed. The initial step in its study is to determine whether PE it is a transudate or an exudate. The first is caused by an alteration in the hydrostatic or oncotic pressure of both the pleural capillaries and the pleural space, without any structural damage to the pleura and with a simple differential diagnosis. In the second, there will be an alteration in fluid flow (increased inflow due to increased permeability of the pleural capillaries or decreased reabsorption due to blocked lymphatic drainage) with damage to the pleural surfaces. Diagnosis is more difficult and more complex biochemical determinations are often used to determine the etiology. A careful clinical history and physical examination together with a good knowledge of the movement of pleural fluid and the information provided by its analysis, obtained by thoracentesis, a simple and safe technique, would allow the family physicians to establish the presumptive diagnosis of the etiology of pleural effusion in about 95% of cases. In this review we provide guidelines as to which specific markers may be useful in the diagnosis of pleural effusion in the Primary Care setting.
En condiciones normales, existe un pequeño volumen de líquido en el espacio pleural como resultado del equilibrio entre su entrada por los capilares pleurales y su drenaje a través de los linfáticos. El derrame pleural (PE) se produce cuando se altera este equilibrio. El paso inicial en su estudio es determinar si el PE es un trasudado o un exudado. El primero se produce por una alteración de la presión hidrostática u oncótica tanto de los capilares pleurales como del espacio pleural, sin que exista daño estructural de la pleura y con un diagnóstico diferencial sencillo. En la segunda, habrá una alteración del flujo de fluidos (aumento de la afluencia por aumento de la permeabilidad de los capilares pleurales o disminución de la reabsorción por obstrucción del drenaje linfático) con daño de las superficies pleurales. El diagnóstico es más difícil y a menudo se utilizan determinaciones bioquímicas más complejas para determinar la etiología. Una historia clínica y una exploración física cuidadosas, junto con un buen conocimiento del movimiento del líquido pleural y la información que proporciona su análisis, obtenido mediante toracocentesis, una técnica sencilla y segura, permitirían a los médicos de familia establecer el diagnóstico presuntivo de la etiología del derrame pleural en aproximadamente el 95% de los casos. En esta revisión aportamos pautas sobre qué marcadores específicos pueden ser útiles en el diagnóstico del derrame pleural en el ámbito de la atención primaria.