Introducción. Se ha buscado desde algún tiempo la colaboración entre la neurociencia y la educación, ya que la neurociencia ofrece conocimientos sobre los mecanismos cerebrales que influyen en el aprendizaje. Objetivo. A pesar de ello, la integración de estos campos no ha seguido el ritmo de las exigencias de la educación moderna. Temas de reflexión. Los avances en neurociencia han revelado procesos clave como el desarrollo cerebral, la plasticidad neuronal, el aprendizaje, la memoria y los efectos del sueño y el ejercicio, que influyen significativamente en el proceso educativo. Estos conocimientos subrayan la diversidad biológica en las aulas, donde las capacidades cognitivas de los alumnos varían debido a factores biológicos y experienciales. Comprender el neurodesarrollo es crucial para diseñar estrategias educativas eficaces. Sin embargo, las diferencias en la forma en que la neurociencia y la educación conceptualizan el conocimiento y los objetivos dificultan la colaboración entre estos campos. Conclusiones. Para que la integración sea exitosa, los neurocientíficos y los educadores deben manejar expectativas realistas y trabajar juntos para aplicar los conocimientos neurobiológicos en escenarios reales del aula. Esta colaboración puede enriquecer las prácticas docentes, atendiendo a la diversidad y promoviendo al mismo tiempo el bienestar de los estudiantes.
Neuroscience and education have long been seeking collaboration, with neuroscience offering insights into the brain’s mechanisms that impact learning. Despite this, the integration of these fields has not kept pace with the demands of modern education. Advances in neuroscience have revealed key processes like brain development, neuronal plasticity, learning, memory, and the effects of sleep and exercise, which significantly influence the educational process. These insights underscore the biological diversity in classrooms, where students’ cognitive abilities vary due to biological and experiential factors. Understanding neurodevelopment is crucial for designing effective educational strategies. However, differences in how neuroscience and education conceptualize knowledge and goals hinder collaboration between these fields. For successful integration, neuroscientists and educators must manage realistic expectations and work together to apply neurobiological insights in real-world classroom settings. This collaboration can enrich teaching practices, addressing diversity while promoting the well being of students.