La taquicardia auricular en pacientes pediátricos es una entidad infrecuente que puede cursar de forma asintomática o con manifestaciones clínicas inespecíficas. Presentamos el caso de un paciente de 4 años que acudió a una revisión rutinaria, durante la cual se objetivó una frecuencia cardíaca de 220 lpm. Fue remitido al servicio de urgencias, donde se documentó una taquicardia supraventricular refractaria a las maniobras vagales. La respuesta a adenosina fue compatible con taquicardia auricular (onda P positiva en V1 y negativa en las derivaciones inferiores). La ecocardiografía transtorácica no evidenció signos de miocardiopatía inducida por taquicardia, y el valor de NT-proBNP fue de 527 pg/ml. Se inició tratamiento farmacológico con propranolol y flecainida, con buena respuesta clínica. Durante el seguimiento, el paciente permaneció asintomático, lo que permitió la retirada progresiva de la flecainida a los dos años.
No obstante, se registraron nuevos episodios de taquicardia mediante monitorización Holter y control domiciliario con un dispositivo de actividad física, que mostró una frecuencia cardíaca media de 105–115 lpm, sin variación circadiana. Ante estos hallazgos, se procedió a un aumento de la dosis de bisoprolol y el caso fue evaluado en una reunión multidisciplinar. Finalmente, se realizó un estudio electrofisiológico, localizándose el foco ectópico, que fue ablacionado con éxito mediante catéter. Este caso pone de manifiesto la importancia del seguimiento a largo plazo y del uso de herramientas de monitorización complementarias en el abordaje de arritmias pediátricas persistentes, así como el papel de la ablación con catéter como tratamiento definitivo en casos refractarios al tratamiento médico.
Atrial tachycardia in pediatric patients is a rare condition that may present asymptomatically or with nonspecific clinical manifestations. We report the case of a 4-year-old patient who attended a routine check-up, during which a heart rate of 220 bpm was noted. He was referred to the emergency department, where a supraventricular tachycardia refractory to vagal maneuvers was documented. The response to adenosine was consistent with atrial tachycardia (positive P wave in V1 and negative in the inferior leads). Echocardiography showed no signs of tachycardia-induced cardiomyopathy, and NT-proBNP was 527 pg/ml. Treatment with propranolol and flecainide was initiated, with good response. During follow-up, the patient remained asymptomatic, allowing flecainide to be discontinued after two years. However, new episodes of tachycardia were documented on Holter monitoring and home monitoring with a fitness tracker, which showed a mean heart rate of 105–115 bpm without circadian variation. This led to an increase in bisoprolol dosage and the case was discussed in a multidisciplinary meeting. An electrophysiological study was ultimately performed, and the ectopic focus was successfully ablated. This case highlights the importance of long-term follow-up and complementary monitoring tools in the management of persistent pediatric arrhythmias, as well as the role of catheter ablation as a definitive treatment in refractory cases.